Sidrería visitada solamente en la II y IV Sagardo Bira, anda que no ha llovido. Esperamos que se conserve casta.
Asistentes: Iker, Mikel, Ana, Edu, y Nesss
De pikoteo, choricillos gordos (un trozo/persona). Edu se despista y no saca la foto al principio porque los comensales caen sobre los choricillos como lobos sobre ovejas (dice que luego lo arreglará con Photoshop). Después 2 tortillas de bacalao de tamaño medio y bajitas que probamos todos (no nos va eso de poner territorios a lo que compartimos, como hace gente con la que nos ha tocado estar en alguna sidrería); la más dorada por fuera resulta ser algo más rica que la otra pero estaban buenas las dos (y las tortillas también). Luego 8 trozos de bakalao bien cubiertos de pimiento verde, cebolla y rodajas de ajo (en este momento Edu explica oooootra vez lo que es hacer un Josune). De carne, primero sacan 2 txuletas de gran grosor y estrechas con alguna esquina, pero ricas. Luego pedimos la tercera, del mismo corte; las armónicas fueron tocadas por los habituales. De postre, el queso ahumado estaba buenísimo y le acompañaban bien las nueces y el membrillo (quizá algo escaso). Total, 137,50€, 27,50 cada, el precio acordado, que por cierto está por debajo de la media en los tiempos que corren.
Entre bocado y bocado volvíamos una y otra vez (y otra y otra y otra vez) a la zona de kupelas a beber y a conversar con el txotxero que aparecia nada más vernos entrar y no se iba hasta que regresábamos a las mesas (bravo por él, de lo mejor de la sidrería). Entre otras cosas, nos dice que embotellan 12 marcas diferentes de sidra (de ahí que Illarramendi tuviera la misma dirección postal), y que la kupela más dulce la tienen abierta de continuo porque es la más apreciada, entre otros, por los gabatxos... y por Ana!!. Se apena cuando le comentamos nuestras malas experiencias este año con la sidra de otras sidrerías, porque recuerda que en 2008 tuvieron problemas ellos también haciendo la sidra. Nos comenta que la cercana Mendizabal ha debido de cerrar. También nos recomendó que vayamos en días que no sean sábado al mediodía. Fuimos los únicos clientes de la sidrería, debe ser que se quedó todo el mundo en el pintxo-pote... pero pese a ello el trato fue maravilloso: no nos metieron prisa en ningún momento, aunque alargábamos nuestras visitas a la zona de kupelas, tanto, que en un momento Ana se cansa y luego la teníamos de informadora sobre cuándo llegaban las comidas (a partir de la tercera txuleta inclusive). Al final nos abrió todas las kupelas, las 17, y hay que reconocer que nos gustó el detalle, y la sidra también: más seca que en otros sitios, pero muy rica, desde los primeros tragos a los últimos. La verdad es que algunos bebimos como posedos... pero es que estaba muy rica!! En resumen, muy bien la sidra, la comida, el precio, y sobre todo el trato, así da gusto. Como dijo McArthur, volveremos.